Un violento tiroteo ocurrió cerca de Río Bravo, al sur de la frontera de Texas, cuando un grupo armado del Cártel del Golfo atacó un vehículo blindado de la policía estatal. Superando en número y armamento a los oficiales, los pistoleros lograron infligir lesiones a dos agentes de la ley, quienes se vieron obligados a huir para salvar sus vidas al no recibir apoyo de fuerzas militares o de la Guardia Nacional. A pesar de las graves circunstancias, no hubo muertes entre los agentes, aunque la situación evidenció la escasa seguridad que atraviesan los cuerpos de vigilancia en la región.
El enfrentamiento comenzó cuando un escuadrón de policías intentó patrullar las áreas rurales de Río Bravo a bordo de vehículos blindados conocidos como Mambas. Sin embargo, las fuerzas del orden habían sido advertidas previamente sobre los peligros de operar en esa zona debido al control que el Cártel del Golfo ejercía en el área. A medida que los oficiales realizaban su patrullaje, fueron emboscados repentinamente por un grupo militarizado de hombres armados, quienes dispararon fuertemente y lanzaron explosivos contra ellos, lo que provocó un estado de pánico y confusión.
A pesar de diversos llamados de apoyo, las fuerzas militares y federales no presentaron ayuda, dejando a los policías en una situación extremadamente vulnerable. Dos oficiales resultaron heridos, pero el escuadrón logró organizar su escape y abandonó uno de los vehículos que había quedado dañado por disparos. La violencia del ataque fue tan extrema que los atacantes incendiaron el vehículo policial como un símbolo de victoria tras el enfrentamiento. Esta acción subraya la brutalidad con la que operan los carteles en la región.
La zona donde ocurrió el ataque está bajo el control de la facción Escorpiones del Cártel del Golfo, que ha estado involucrada en batallas con grupos rivales en Reynosa. Este conflicto ha llevado a los Escorpiones a desplegar grandes cantidades de sicarios en vehículos blindados en Río Bravo, utilizando tácticas cada vez más agresivas, como la instalación de minas terrestres y artefactos explosivos improvisados, para frenar a sus enemigos. Recientes informes indican que han reclutado a ex-soldados estadounidenses para desarrollar estas estrategias de combate.
La falta de información oficial acerca del tiroteo es representativa de un patrón observado en el gobierno de Tamaulipas, donde se intenta ocultar o desmentir los hechos que pudieran reflejar negativamente sobre el estado o sus líderes. Este silencio institucional refleja la creciente inseguridad y la incapacidad del gobierno para manejar la crisis que enfrenta en términos de violencia ligada al narcotráfico. La situación es aún más crítica dado el nivel de violencia que enfrentan los ciudadanos y el cuerpo policial en esta región.
Firmas como Breitbart Texas han asumido la responsabilidad de reportar sobre estos incidentes al reclutar ciudadanos periodistas en áreas peligrosas para exponer la creciente amenaza que los carteles representan en las comunidades locales. Su misión enfrenta un alto riesgo, ya que muchos de estos periodistas tienen que utilizar seudónimos por temor a represalias. Este compromiso con la verdad destaca un esfuerzo por visibilizar la terrible realidad que viven las personas en Tamaulipas y otras regiones dominadas por el crimen organizado.